La oración que Dios escucha

 

El clamor que sube al cielo

Dios siempre escucha y responde las oraciones de sus hijos, muchas veces creemos que Él no nos escucha, porque no hemos podido identificar la respuesta a nuestro clamor, pero Dios siempre responde. Claro, Él no nos responderá como nosotros queremos, sino de acuerdo a su voluntad.

En ocasiones Dios no nos da lo que le pedimos, porque Él no nos da lo que queremos, sino lo que necesitamos, y esto muchas veces no lo podemos entender, y creemos que el Padre no nos escucha ni responde, pero la palabra de Dios nos dice que Él está al pendiente de nosotros.

Tu clamor llega al cielo, Dios escucha y responde tus oraciones, así que no te dejes engañar, y clama al Padre sin cesar.

Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos.

Salmos 34:15

La realidad es que nuestro Padre Celestial siempre nos oye, porque Él siempre está al pendiente de nosotros. Dios está atento a los clamores de sus hijos, para dar una respuesta favorable a sus vidas. Pero cuando estamos pasando por dificultades, el enemigo nos quiere confundir, haciéndonos creer que Dios no nos oye, para de esta manera cerrar nuestra boca y tomar el control de nuestras vidas; pero no le creas porque Dios te escucha y responde.

Es un plan de satanás para que deje de clamar, porque sabe que mientras clame, mientras hables con Dios, cualquier cosa puede suceder, y él nunca tendrá victoria en ninguna de tus áreas. Es que satanás no quiere que nos comuniquemos con Dios, él quiere cerrar toda puerta para alejarnos cada vez más del Padre, porque sabe que si estamos relacionados con Dios, él no nos puede engañar ni vencer.

Cumplirá el deseo de los que le temen; Oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará.

Salmos 145:19

Ya ves, esto es lo que dice la palabra de Dios, así que  no te dejes engañar por satanás, Dios escucha las oraciones de los que le temen y los salva, solo tenemos que ir a Él arrepentido y humillado de todos nuestros fallos, y el Padre nos recibe y perdona los errores que hayamos cometido.

Debemos rendirnos a Él y arrepentirnos ante su presencia, debemos clamar como hijos, y como instrumentos suyos que somos, y orar de acuerdo a su voluntad. Cuando nos humillamos delante del Padre, y vamos a Él arrepentido, no hay nada que pueda negar un Padre a un hijo que se dirija a él de esa manera, siempre y cuando su petición esté de acuerdo a su voluntad.

Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.

2 Crónicas 7:14

No hay manera de que tu clamor no sea oído por Dios, cuando te diriges a  Él de esa forma. Pero el enemigo no quiere que lo comprenda, porque el sabe que si acude al Padre humillado en oración como su hijo que eres, el quedará en derrota. Por eso te quiere confundir, para que no comprendas los principios que te conectan cada día más al Padre, él quiere que te considere huérfano y no tenga ninguna relación con Dios. Pero no eres huérfano, eres hijo de Dios y debes clamar como tal.

Tenemos que clamar de acuerdo a la capacidad y a la realidad de Dios, no de acuerdo a la nuestra, porque Dios es Soberano e ilimitado. Dios todo lo puede, porque es Todopoderoso, es nuestro Padre y nosotros sus hijos, y así debemos clamar para que nuestro clamor llegue al CIELO.

Cuando nos humillamos y nos arrepentimos, cuando oramos como hijos de acuerdo a la voluntad de Dios, nuestro corazón se alinea al corazón del Padre y es ahí cuando conectamos con Él, y clamamos acorde a lo que Él tiene en su corazón para cada tiempo y cada temporada. Es ahí donde es manifiesto el cielo en la tierra, por medio de nuestras oraciones.

Es en este momento cuando recibe en tu espíritu la respuesta a tu clamor, aunque físicamente no la haya recibido, pero en tu alma y en tu espíritu ya tiene esa respuesta que cambia por completo tu existir. Esa respuesta del cielo que proporciona  paz, gozo y tranquilidad a tu vida de manera inexplicable, porque tuviste un encuentro con Dios.

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