Cómo ser aprobado por Dios


 

Es Dios quien te ve y te levanta, no los hombres.


Muchas veces nos esforzamos por agradar a las personas, nos preocupa lo que piensan o dicen de nosotros, en ocasiones esto nos causa grandes dificultades, y hasta frustraciones invaden nuestras vidas a causa del afán por agradar a los demás. Pero en realidad no estamos actuando de forma correcta, porque sacrificarnos por agradar a las personas no nos aporta nada, lo que sí nos aporta es agradar a Dios.


Es por lo que nos debemos preocupar, por lo que dice y piensa Dios, pero cuando queremos agradar a la gente nos olvidamos de Dios, y nada de lo que hacemos busca agradarle a Él. Nuestras acciones no deben estar enfocadas a las personas, sino a Dios, porque las personas no son las que nos aprueban, sino Dios. 


Lo correcto es que en el lugar que te encuentres, todo lo que vaya a hacer,  piense si está bien para Dios lo que  harás. ¿Qué dirá o pensará Dios de esto? Nos deberíamos hacer esta pregunta antes de cualquier acción.


David estaba en el cuidado de las ovejas de su papá, y mientras él se encontraba allí, imagínate que solo se hubiese preocupado por agradar a los demás y no a Dios. ¿Quién lo iba a mandar a buscar? Las personas ni lo recordaron para invitarlo a la ceremonia, pero Dios lo mandó a buscar de aquel lugar donde se encontraba.


Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.

1 Samuel 16:11


Él no había sido tomado en cuenta para ser invitado a la reunión, pero Dios lo mandó a sacar del lugar que se encontraba. Para los demás, él no estaba capacitado para participar, pero para Dios entre todo los que antes habían sido presentados por Isaí, él era el elegido, porque lo de Dios no es apariencia, sino por la intención del corazón, y por la relación que tengas con Él.  



Te imaginas que David mientras se encontraba en el desierto al cuidado de las ovejas, se hubiese puesto a pensar en los privilegios que no tenía y en los que tienen los demás, o si hubiese dejado de hacer lo que a Dios le agradaba por agradar a las personas; si así lo hubiera hecho, no hubiese sido aprobado por Dios. Pero él hacía lo correcto, y en lugar de pensar en las personas, en lugar de pensar en lo que no tenía, se refugiaba en Dios. El aprovechó el tiempo de soledad en el desierto para establecer una conexión con el Padre, y esto lo llevó a ser levantado y ensalzado por Él.


En todo caso Dios es el que te aprueba y es el único que tiene el poder para levantarte, y quitarte todas las etiquetas que el hombre te ha puesto. Dios tiene poder para cambiar tu historia y te colocas en los lugares donde los que te rodean consideran que tu no mereces estar. Por eso en el lugar que encuentres tu prioridad debe ser agradar a Dios no a los hombres, porque Él es quien te aprueba, cuando hace lo correcto y le das el primer lugar en tu vida.


Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es. Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá.

1 Samuel 16:12-13


Ya ves, David fue visto por Dios en aquel lugar, fue elegido y tomado en cuenta para una reunión que ni siquiera su padre lo había invitado, pero el Señor lo vio y lo levantó en medio de sus hermanos. Si por Isaí su padre hubiese sido, David no hubiese participado de dicha ceremonia, porque para él, David no estaba capacitado. Pero Dios dijo a Samuel: Levántate y úngelo, porque éste es, Porque David tenía lo  que Él buscaba.


Dios no busca apariencia, no busca sabiduría humana como busca el hombre, Dios busca a alguien con humildad (que reconozca sus errores y se arrepienta) y que le dé el primer lugar en su vida. 


El papá de David invitó a los que según él, uno de ellos podía ser el ungido de Jehová, pero resultó que el ungido fue quien Dios decidió; porque es Dios quien aprueba, es Él quien elige y es Él quien decide. Por eso debemos dar a Dios el primer lugar, y hacer las cosas que son de su agrado, para que en la necesidad, Él nos vea y nos elija como lo hizo con David.


Para que Dios nos vea, no tenemos que pensar ni sentirnos mal por el bien de otros, no tenemos que opacar a nadie, solo tenemos que dar a Dios el primer lugar en nuestras vidas y obedecerlo. Tenemos que olvidarnos de querer agradar a los demás, porque nunca vamos a poder agradar a Dios y a los hombres; y nuestra victoria está en agradar a Dios no a las personas.

Dios los bendiga amados




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