La ausencia del Espíritu de Dios atrae los espíritus malos .
Espíritu de persecución
Para todo creyente tiene que ser más importante agradar a Dios que cualquier otra cosa, porque si el Padre no es prioridad en él, puede caer en un grave error. Nada debe estar primero en la vida de un hijo de Dios, y debe permanecer atento a su voz, para cumplir al pie de la letra cada una de sus órdenes. Todo esto es muy importante para todo creyente que quiere crecer espiritualmente, y que quiere morar en la presencia del Padre.
Pero hay algunos que oyen la palabra de Dios pero no la obedecen, y esto desagrada a Dios en gran manera, y si no hay arrepentimiento, esto puede llevar al individuo a la confusión y a la muerte espiritual.
Había un hombre llamado Saul que no escuchó la voz de Dios e hizo todo lo contrario a lo que Dios había dicho, y esto desagrado fuertemente a Dios, a tal punto que lo desechó. El priorizó algunas cosas que no tenían nada de importancia frente a la palabra de Dios, desviándose así de la verdad y cayendo en el error.
Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey.
1 Samuel 15:23
Un hijo de Dios debe vivir para Dios, no debe ser permisivo ni cómplice de lo que al Padre no le agrada, y nunca debe preocuparse por lo que diga el hombre o piense, sino por lo que dice y piensa Dios. De ahí depende, Dios es quien te aprueba, pues es a Él a quien debe agradar por encima de todo. Los hijos de Dios no deben ser movidos por emociones, sino por los principios de Dios, para que su espíritu nunca sea apartado de ellos como pasó con Saul.
El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová.
1 Samuel 16:14
Este es el gran problema, que cuando el espíritu de Dios deja una persona, vienen otros espíritu a tomar el control y a hacer su trabajo a través de ella. Es por esta razón que los hijos de Dios deben de entender la importancia de esto y caminar como Dios quiere, escuchando su voz y haciendo lo que Él manda, para no ser abandonado por su Santo Espíritu y ser tomado por otros espíritus que en realidad no queremos.
El espíritu de desobediencia y de orgullo aparta el Santo Espíritu de Dios de las vidas de los hombres, y luego entra en ellos el espíritu malo, trayendo consigo envidia, celos y persecución en contra de los ungidos de Dios. Esto es más peligroso que lo que podemos imaginar, porque este espíritu no te permite retroceder, porque su única intención es llevarte a la muerte.
Y se enojó Saúl en gran manera, y le desagradó este dicho, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino. Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David.
1 Samuel 18:8-9
Este espíritu de persecución no deja que las personas vean la realidad de las cosas, sino que las mantiene en plena confusión y ceguera espiritual, todo esto para lograr su objetivo de persecución en contra de los hijos de Dios, y para llevar a la muerte a sus instrumentos.
Saul poseído por ese espíritu malo, se dedicó a perseguir a David para matarlo, porque el que está poseído por ese espíritu, no reconoce sus errores y no acepta ni valora el logro de los demás, todo lo contrario, les molestan los mismos, no respeta ni da importancia alguna a las autoridades. Este espíritu se opone a las decisiones de las autoridades, porque carece de humildad, es tanto el orgullo presente en un individuo que porta este espíritu, que se opone a las decisiones de Dios en lugar de aceptarlas.
Un ungido por Dios es una decisión de Dios, por lo que todo aquel que escucha la voz del Padre, debe guardar respeto al que Dios ha ungido. Es lo que hacía David, sin importar si Saul hacía lo correcto o no, él lo respetaba como el ungido de Dios.
Muchos deben de aprender esto de David, para no caer en el error de Saul, que dominado por la envidia, el orgullo y los celos, se pasó el tiempo oponiéndose a las decisiones de Dios. Cayendo así en una persecución eterna en contra del ungido de Dios, por lo que fue sumergido en ceguera espiritual, impidiendo que pudiera ver la gloria de Dios, y llevándolo a la muerte espiritual y también a la muerte física.
Pero Saúl, viendo y considerando que Jehová estaba con David, y que su hija Mical lo amaba, tuvo más temor de David; y fue Saúl enemigo de David todos los días.
1 Samuel 18:28-29
Tenemos que cuidarnos de esto, de que las bendiciones de otros nos hagan sentir fracasados por la envidia y los celos. Son espíritus que se apoderan de los cuerpos donde no mora el Espíritu de Dios, para usarlos y hacer su obra maligna por medio de ellos. Por esto, si en algún momento sentimos algo parecido, lo que tenemos que hacer es clamar a Dios y arrepentirnos delante de Él, no enojarnos con aquellos que están siendo favorecidos por Dios.
Saul no aceptaba que el favor de Dios estuviera con David, cada día lo odiaba más, pero así mismo este odio contra el ungido de Dios lo hacía sentir cada día mas fracasado, porque oponerse al ungido de Jehová es oponerse al mismo Dios, y nadie que se oponga a las decisiones de Dios le puede ir bien. ¿Por que quien puede ganar una guerra contra Dios? La verdad, hay que tener muy poca sabiduría o estar totalmente fuera de control para decidirlo.
Es importante poder conocer y establecer la diferencia entre el Espíritu que estaba en David y el que estaba en Saul, (Espíritu bueno y espíritu malo). Dónde está el Espíritu Santo de Dios no entra el espíritu malo, y donde controla el espíritu malo, entró porque allí no estaba el Espíritu de Dios. El Espíritu que estaba en David era el Espíritu de Dios, y por tanto, respetaba el ungido de Dios, pero el que estaba en Saul era el espíritu malo, espíritu de persecución, que se opone a las decisiones de Dios y persigue sus ungidos.
Conocer esta gran diferencia no ayuda mucho, porque nos enseña que no debemos hacer ningún tipo de juicio ni juzgar a los siervos de Jehová, independientemente de lo que ellos están haciendo. Lo que ellos hagan le corresponde a Dios juzgarlo, si lo están haciendo bien o mal, Dios les pagará según sus obras. Pero a nosotros nos toca honrarlos y respetarlos, porque de no hacerlo, podemos caer en el error de Saul: oposición a la decisión de Dios.
Y dijo a sus hombres: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová.
1 Samuel 24:6
David tenía tiempos bajo persecución de parte Saul, pero por más que se presentaba la oportunidad de acabar con él, no lo hacía, porque él no se perdonaba por irrespetar a Dios. Este es el gran misterio, que donde está Espíritu de Dios hay respeto para las decisiones de Él, que son sus ungidos, siervos y siervas. David, ni siquiera porque el ungido de Dios lo quería matar se levantó contra él, aun siendo así dijo esto:
Juzgue Jehová entre tú y yo, y véngueme de ti Jehová; pero mi mano no será contra ti.
1 Samuel 24:12
Tenemos que aprender de David para dejar de juzgar, señalar y acusar a los hermanos, simplemente porque no estamos de acuerdo con lo que ellos hacen. Tenemos que dejar de querer hacer el trabajo de Dios, si no hacen lo correcto delante de los ojos de Dios, Él los ve y les pagará, así que nuestro trabajo es honrar y respetar las decisiones del Padre.
Tenemos que identificar bajo cual espíritu nos estamos moviendo, ¿Si por el que portaba Saul, o si por el que estaba en David? Para darnos cuenta cual de los espíritus está obrando en nosotros, solo tenemos que descubrir la forma en la que nos dirigimos a los hermanos: a las personas que Dios ha llamado.
Si el lenguaje que usamos es de acusación, de menosprecio, inconformidad; entonces tenemos que revisarnos, porque podemos no estar de acuerdo con algo, pero mantener el respeto hacia esa persona y no querer hacer el trabajo Dios es otra cosa. Debemos dejar que Él Padre juzgue y pague a cada quien según sus obras, y nosotros tratar de hacer lo que Él nos asignó.
Dios te bendiga Dios te guarde pueblo amado del Señor.
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