La voluntad de Dios

 


El propósito de Dios


El propósito de Dios siempre debe estar por encima de lo que nosotros queremos o necesitamos. A veces queremos algo y comenzamos a luchar por alcanzarlo, y no nos importa, si ese es o no el propósito de Dios. Cuando nos vamos detrás de lo que queremos, siguiendo nuestra voluntad, no medimos consecuencias ni pensamos en lo que puede pasar después, por no apegarnos a lo que es la voluntad del Padre. Pero dejando a un lado lo que estemos pasando o sintiendo, debemos tener presente, por encima de todo lo que Dios quiere. Su voluntad.

 Eso fue lo que hizo Jesús cuando dijo “si es posible pasa de mí esta copa, pero que no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú”. 

Mateo 26-38/39

 Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.

Jesús, a pesar de su tristeza y de su dolor, puso ante todo la voluntad de Dios, al decir: “si es posible, pase de mí esta copa; pero que no sea lo que quiero yo, sino lo que quieras Tú”.


Tenemos que pedir a Dios, que aunque haya angustia y dolor en nuestras vidas, nos dé esa fuerza que tuvo Jesús para dar prioridad a lo que es el plan de Dios. Para poder hacer como lo hizo Él, que aun con el alma llena de tristeza hasta la muerte, pudo decir, “padre, si es posible, pase de mí esta copa; pero que no sea mi voluntad, sino la tuya”.

 Cuando la voluntad de Dios está en nosotros, es para el bien de generación en generación. Esa no caduca y viene desactivando todos los deseos de satanás, bloqueando los dardos del diablo y anulando cada una de sus estrategias. Las cargas son ligeras y las batallas ganadas cuando somos sometidos a la voluntad de Dios.

Claro, que aún vamos a querer que las cosas se den a nuestra manera. Sí, nuestra voluntad se levantará; pero en estos momentos tenemos que decir: “si es posible, pasa de mí esta copa; pero que no sea mi voluntad, sino la tuya”.

 Nuestra voluntad siempre estará en contra de los planes y propósitos de Dios. Satanás siempre va a querer usarla a su manera, para dañar el diseño del Padre en nuestras vidas. Por eso, en medio de la tristeza y el dolor, tenemos que apegarnos a la voluntad de Dios. Por grande que sea la angustia, no podemos dejar que satanás dañe el diseño del Creador en nosotros y en nuestra generación.

Sometido a la voluntad de Dios


Por nuestra voluntad y por nuestra debilidad humana, satanás nos conduce por el camino de la perdición, para destruirnos y para que los planes y propósitos de Dios no se cumplan. Pero si tomamos nuestra voluntad y la sometemos a la voluntad divina de Dios, entonces los planes del diablo quedan desechos y sin efecto en nuestras vidas.

La voluntad de Dios es el reino, es el bien, es el cielo, es todo lo de Él manifestado en nuestras vidas, pero nuestra voluntad no permite que la suya se aplique en nosotros. Nuestros deseos no nos dejan ver el cielo, no nos permiten ver el reino, y por ello no podemos ver el bien.

Uno de los momentos clave en los que el diablo trata de tomar nuestra voluntad, si no está sometida y sumergida en la de Dios, es cuando la situación se pone difícil: ahí es donde satanás se aprovecha y nos toma por las riendas, a través de nuestra voluntad.

 En los momentos difíciles, cuando tenemos dificultades, satanás quiere tomar nuestra voluntad y a través de ella guiarnos con sus sugerencias, para apártanos del propósito. Para ello, nos sugiere miles de opciones sobre cómo hacer las cosas en nuestra independencia, y si actuamos sin tomar en cuenta la voluntad del Padre, él toma control, porque no actuamos conforme a la ley de Dios. Para que eso no suceda en nuestras vidas, tenemos que apelar, sumergirnos y someternos a la voluntad de Dios, dando la prioridad al propósito divino de nuestro Señor, independientemente de lo que estemos sintiendo o pasando.


Cuando las cosas están difíciles, tenemos que tomar decisión de acuerdo al cielo, y en base a lo que Dios habla. No podemos dejarnos llevar por las sugerencias de satanás, sino que debemos hacer lo que Dios dice.

 Las opciones de satanás son caminos fáciles, pero con consecuencias mayores: quizás, son salidas rápidas de la dificultad, pero en realidad están ahí para alejarte cada vez más del camino de Dios. Están preparadas para tomar tu voluntad y conducirte a donde él quiere, para que el propósito de nuestro Padre no se cumpla en ti, y de esa forma dañar por completo el diseño del Creador en tu vida.

Por eso por difícil que esté el panorama, vamos a correr hacia Dios, y vamos a apelar a su voluntad divina. Correr con Él, y pedirle que ejecute su plan en nosotros, aplicando su propósito en nuestras vidas, esto nos da descanso y paz, ya que su voluntad es perfecta y agradable. Y dar gracias al Todopoderoso siempre, ya que Él es quien tiene todo el dominio, y además, ser agradecidos nos trae grandes bendiciones.

 

 

 

 

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