Hasta tocar el manto del maestro

 


Como la mujer del flujo de sangre Por las multitudes


Llegar a la meta o al lugar que te has propuesto no siempre es tan fácil, porque se presentan obstáculos en el trayecto que debes vencer sin detenerte.  Estos impedimentos logran detener a muchos, pero siempre a aquellos que no están bien enfocados en el blanco de hacia donde quieren llegar. Pero los que pueden ver de lejos sus metas cumplidas, corren por encima de todo aquello que le quiera detener. 

Una numerosa multitud no pudo detener a la mujer del flujo de sangre, esta no le pudo impedir que llegara hasta el maestro y toque su manto, porque ella no veía durante el camino a la gran multitud, sino ella veía aquel milagro que alcanzaría del maestro, a la llegada a él, hecho realidad.

Cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva.

Marcos 5:27-28

Ella caminó dentro de la multitud hasta llegar a Jesús, porque ella decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. Lo que dices durante el trayecto define tu fuerzas para el camino, no debes hablar nada en contra del objetivo que persigue alcanzar, porque eso te puede debilitar e impedir que puedas llegar, debe hablar de acuerdo a lo que quieres recibir, y esto te fortalecerá durante el camino.


En el caso de esta mujer, la multitud era una gran cantidad de personas, la cual ella tenía que atravesar para llegar, pero hoy en día, ¿Cuál es la multitud que te quiere impedir llegar? Hay grandes multitudes en el trayecto hasta llegar a aquel milagro que quieres alcanzar, a la victoria que quieres obtener, o a la meta que quieres lograr, estas las podemos nombrar de diferentes maneras. 

Puede ser el miedo, el temor, la incredulidad, falta de fe, o simplemente la indecisión. Sea cual sea de estas, tenemos que identificarla para abrir entre la multitud, no dejarse detener por ella y avanzar hasta llegar a recibir lo que nos hemos prometido alcanzar. 

Tenemos que recitar lo que queremos recibir, y avanzar entre la multitud con la mirada puesta en el milagro que queremos del maestro, no podemos tener miedo, pero para esto tenemos que repetir a cada instante lo queremos ver hecho realidad, y permanecer enfocados en el mismo objetivo. De esta manera seremos fortalecidos, nada nos podrá detener, ni podrá impedir que lleguemos y arrebatemos lo que nos hemos repetido en el camino.

Pero tenemos que cansarnos de las condiciones que vivimos, de aquellas que nos tienen por tiempos sufriendo, y que en vez de mejorar empeoran. Cuando las identificamos y tomamos la decisión de echarlas fuera de nosotros, entonces decidimos ir a donde tenemos que ir, para cambiar de situación. Cuando esto pasa el miedo ni el temor será un obstáculo, porque estarás enfocado en el lugar de tu victoria.


Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor,

Marcos 5:25-26

Esta mujer no tenía miedo ni temor, en su caminar ella se mantenía enfocada en Jesús, porque quería cambiar su condición, y sabía que en Jesús está la solución. Ella tenía ya mucho tiempo así y no había hallado salida, por más que lo había intentado, en vez de mejorar su situación se ponía peor. Su condición la afirmaba más en su decisión, recitando lo quería ver y enfocándose cada vez más, en el lugar en donde estaba su sanidad.

No podemos seguir en la misma condición, tenemos que decidir salir de aquellos que nos hace daño, y movernos a donde hay solución, aún por encima de los obstáculos. Pero tenemos que enfocarnos correctamente, para que nada nos detenga, y así poder llegar y arrebatar lo que necesitamos. Por nada quitar la mirada del maestro, y aunque haya una gran multitud avanzar, con la seguridad de que al llegar a él recibiremos la recompensa esperada: el gran milagro.

Dios te bendiga, Dios te guarde pueblo amado del Señor

 

 

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