Un gigante mas vencido


Eres un vencedor


Los eventos que se te presentan son una evidencia de quien tu eres, solo que debes tener claro esto para actuar de forma correcta cuando están frente a ti. No tengas temor ni tengas miedo, no pienses en las consecuencias, enfrentarlos como lo que eres, como un guerrero. Eres un vencedor, has vencido a muchos gigantes, pero debes reconocer tus batallas ganadas. 


Tus batallas ganadas son todas las victorias que has tenido, las cuales no debes olvidar, las debes tener presente todo el tiempo, porque son marcas que se convierten en trofeos, los cuales te darán fuerza frente a los gigantes venideros. Estas, son armas poderosas que te mantienen fortalecido y seguro, para declarar derrota a aquello que te intenta derrotar. 


 Debes tener presente y reconocer aquellas batallas que has ganado, no puedes caminar como un derrotado, debes rugir como el vencedor que eres. Pero si no valoras tus victorias, el enemigo rápidamente lo identifica, por el miedo que se apodera de ti, y al reconocerlo te ataca con furia. Pero sí tienes cada trofeo en tu mente, no serás vencido porque ni el miedo ni el temor llegará a ti, sino que tú lo enfrentarás con fuerza y lo derrotarás.

 

¿Cuáles son esos trofeos? Son cada victoria que has tenido, por pequeña que haya sido para ti; ese es un objeto de valor frente a cualquier gigante que venga contra ti.

 

David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. 

1 Samuel 17:34-35

 

David tenía presente cada uno de sus trofeos y de ellos hablabas, porque esas victorias eran su fortaleza en los momentos de ataque. Porque con cada una de sus victorias presentes, él sabía que podía vencer en las batallas venideras. Él hablaba con la seguridad de que lo hizo en otras ocasiones y que lo volverá a hacer, porque Dios estaba con él.

 

No hay gigante que te pueda vencer




Sea cual sea el gigante que tengas enfrente, no importa cual sea su nombre, caerá por tierra, como fueron derribados los anteriores, este también caerá. Esa es la fe que tenemos que tener frente a todo lo que nos enfrente. En esta posición, tenemos la victoria asegurada, porque ni el miedo ni el temor podrá llegar a nosotros. No seremos intimidados ni paralizado, sino que enfrentaremos a cualquier gigante, por fuerte que se crea lo atacaremos hasta derribarlo.

 

Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente.

1 Samuel 17:36

 

David enfrentaba el problema fuese cual fuese, y cuando se presentaba otro, lo enfrentaba con la misma seguridad de que alcanzaría la victoria. Porque ante de él declarar la derrota del gigante que tenía en frente, lo primero que hacía era declarar las victorias que había alcanzado. David le declaraba al gigante presente, los gigantes que había derribado, y que él mismo, sería como uno de ellos y con ese mismo poder lo enfrentaba.

 

Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo.

1 Samuel 17:37


Es que David no estaba solo ni contaba con su fuerza, él contaba con la fuerza de Jehová. El reconocía que las victorias que había obtenido no era por su poder, sino porque Dios estaba con él, y que como Dios estuvo con él en aquellas ocasiones, lo haría otra vez. Es que lo que se levanta contra ti no es contigo, sino con el que está contigo. Es lo que muchos no comprenden, que cuando Dios está contigo lo que te enfrenta a ti, lo está enfrentando a El.



 David tenía esto muy claro y por eso dijo esto:

Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente.

1 Samuel 17:36

 

David tenía claro este secreto, que el que levantaba contra el pueblo de Dios, no era contra ellos, sino contra el que estaba con ellos, y por eso no fue intimidado ni atemorizado, sino que lo enfrentó y lo derribó.

 

Tenemos que reconocer que es Dios quien nos ha dado la victoria en los momentos difíciles, y que como lo hizo aquella vez lo volverá a hacer. También tenemos que comprender que no estamos solos, que Dios está con nosotros,  y que, el que nos hace la guerra no es a nosotros, sino al que nosotros está.


Si entendemos todo esto, ningún gigante nos va a paralizar, sea cual sea su nombre, nosotros lo enfrentaremos y venceremos. Porque no lo haremos con nuestra fuerza, sino porque sabemos que tenemos un Dios grande y poderoso, más fuerte que cualquier gigante que nos pueda enfrentar. 

 


 

 

 


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